Lenguaje no Verbal: Interpretando lo que vemos
La magia del lenguaje corporal reside en hacer de él una “comunicación” y no sólo una “interpretación”, como muchos acostumbran. Si sólo eres observador del lenguaje corporal de terceros pero no mejoras tu propia comunicación no verbal, te pierdes de lograr mejores interacciones, negociaciones y ventas.
Cuando doy cursos sobre el lenguaje corporal existe un ávido deseo por saber detectar mentiras, sin embargo, desde mi experiencia, aprender a “agradar”, “ganar confianza”, “influir” y “negociar” utilizando el poder de la comunicación no verbal es más poderoso que volverte un detector de mentiras.
Hoy, quiero compartir contigo ejercicios muy poderosos para mejorar tu lenguaje corporal. Si los practicas desde hoy mismo empezarás a notar cambios favorables en tu propio lenguaje corporal y la respuesta que provocas en los demás.
1.- Di tu nombre sin dejar de ver a tu interlocutor
Cada vez que te presentes con alguien, al decir tu nombre y a lo que te dedicas mantén contacto visual. Si bajas la mirada, has perdido confianza y seguridad. Tu interlocutor deja de prestarte atención porque tú les has dicho sin palabras “lo que te diga de mí no es importante”.
2.- Recuerda y llama a la gente por su nombre
Cuando escuché por primera vez este consejo fue cuando tomé un curso de ventas, después lo apliqué en mi vida personal y mi inteligencia social creció enormemente. De ser una persona insegura y tímida, me convertí en una que le decía a los demás sin palabras “eres importante para mí y por eso sé tu nombre”. No hay mensaje más seductor para cualquiera que escuchar su nombre. Cada vez que desees pedir algo dirígete a los demás por su nombre y será más fácil tratarlos y convencerlos de tu idea.
3.- Calibra tu tono de voz con la emoción que escuchas
Todos experimentamos emociones al hacer negocios y convivir con otras personas. Ser empático demanda una total atención con tu interlocutor. Mary Kay, la gran empresaria de productos de maquillaje y belleza, decía que todas las personas tienen un letrero invisible que dice “hazme sentir importante”. ¿Qué pasa cuando aprendes a calibrar tu tono de voz con el del interlocutor? Generas una verdadera empatía emocional. Por ejemplo, si alguien te platica “hoy me frustré porque había muchos pendientes y todos me buscaron justo hoy para ver asuntos atrasados. Parece que se pusieron de acuerdo”. Si escuchaste en su tono de voz “enojo” o “tristeza” si tú respondes con un tono de voz empático “ay, sí… te entiendo. Quieres que el tiempo sea eterno o todos sean concretos”. Podrías pensar que fueron las palabras que le dijiste las que hicieron la magia. No del todo. La magia la hace el tono de voz, es decir, el cómo digas las cosas.
4.- Camina siempre con la vista al frente
Observa hoy cuánta gente va caminando viendo al piso. Te sorprenderás de la gran cantidad que lo hace. Cuando caminas con la cabeza hacia abajo, toda tu postura pierde seguridad. Al mantener la vista al frente asumes una postura de liderazgo. Les dices a los demás “estoy atento a lo que sucede”. No obstante, ten cuidado, no debes de adoptar un gesto de enojo, mantente serio pero tranquilo. La gente al encontrarte en su camino te cede el paso por la seguridad que proyectas. Es como si todo tu cuerpo dijera “deseo pasar por este camino y lo haré”.
Si eres mujer, te platico que este ejercicio es vital para la seguridad y el liderazgo femenino. Tu vista es periférica, esto quiere decir que no necesitas bajar la mirada para ver dónde está el piso cuando usas zapatillas. ¿Has visto a una súper modelo caminar en la pasarela con la vista hacia el piso? Jamás. La vista hacia el frente es uno de los ingredientes más importantes para que proyectes una imagen de liderazgo.
5.- Camina despacio y seguro
Cuando más prisa tengas, es cuando más calmado debes parecer. Cuando caminas despacio proyectas control de la situación. Les dices a los demás sin palabras “sé muy bien lo que debo hacer”. Ahora, en el lado opuesto, imagina a un líder que camina muy aprisa. ¿Dirías que proyecta seguridad y control de la situación? No, al contrario, refleja ansiedad y falta de dominio. Practica la próxima vez que por impulso empieces a caminar más rápido. Recuerda este consejo y camina despacio y seguro, con la vista al frente.
6.- Al platicar con alguien no ocultes las manos
Quien oculta las manos refleja menos honestidad. Cada vez que platiques con alguien mantén tus manos visibles, ya sea sobre el escritorio o con tus ademanes. No las metas en los bolsillos del pantalón, ni las coloques sobre tus piernas. Si estás de pie, no las coloques atrás entrelazando las palmas de tus manos. ¿Dónde colocarlas? No hay una postura única, pero una de las más recomendables es permitir libremente la caída de tus brazos a los costados.
Al hablar, cuando estás relajado, las manos se mueven solas porque son los adjetivos calificativos de tus palabras. ¿Cómo lograrlo? Asumiendo más confianza en ti mismo. A veces ocultamos las manos por reflejo instantáneo cada vez que nos ponemos nerviosos o dudamos de conseguir algo